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lunes, 21 de agosto de 2023

ESENCIA DEL CONOCIMIENTO 

El texto discute la naturaleza del conocimiento como una relación entre un sujeto y un objeto. El principal problema del conocimiento radica en cómo se establece esta relación entre el sujeto que conoce y el objeto que es conocido. Inicialmente, se plantea que el conocimiento es visto en la conciencia natural como una determinación del sujeto por el objeto. Sin embargo, se cuestiona si esta concepción es correcta y si en realidad deberíamos considerar que el objeto es determinado por el sujeto en el proceso de conocimiento.

La cuestión central es si el factor determinante en el conocimiento humano se encuentra en el sujeto que conoce o en el objeto que es conocido. Este dilema se puede abordar sin necesidad de adentrarse en cuestiones ontológicas sobre la naturaleza del sujeto y el objeto. Esto llevaría a una solución premetafísica del problema, que podría favorecer al objeto (objetivismo) o al sujeto (subjetivismo).


LA SOLUCIÓN DUALISTA Y TEÍSTA

 El fragmento presenta y analiza la solución dualista y teísta al problema de la relación entre el sujeto y el objeto en el conocimiento humano. Esta perspectiva se basa en un dualismo metafísico en el cual el sujeto y el objeto tienen una diversidad esencial en términos de pensamiento y ser, conciencia y realidad. Sin embargo, a pesar de esta dualidad, la solución dualista y teísta sostiene que ambos aspectos, el pensamiento y el ser, finalmente convergen en un último principio común de idealidad y realidad.

En esta visión, se plantea que Dios, como causa creadora del universo, ha coordinado de manera armoniosa el reino ideal y el real. Esto implica que existe una armonía y concordancia entre el pensamiento y el ser. La solución al problema del conocimiento, desde esta perspectiva, radica en la idea de la Divinidad como origen común del sujeto y el objeto, y del orden del pensamiento y del orden del ser.

Se destaca que esta posición es característica del teísmo cristiano y ha sido defendida por varios filósofos a lo largo de la historia. En la Antigüedad, figuras como Platón y Aristóteles mostraron indicios de esta perspectiva, así como Plotino, aunque adaptada a su teoría de la emanación. Sin embargo, la fundamentación más sólida de esta solución se encuentra en la Edad Media, con pensadores como San Agustín y Santo Tomás de Aquino. En la Edad Moderna, filósofos como Descartes y Leibniz también sostuvieron enfoques teístas en su filosofía.

Se enfatiza que esta metafísica teísta debe considerarse como una conclusión y cierre de la teoría del conocimiento, en lugar de ser utilizada como base para resolver el problema del conocimiento. Se advierte contra la inversión de este proceso, donde se utilice la metafísica teísta como supuesto para resolver el problema del conocimiento, ya que esto podría llevar a argumentos circulares o falaces como la petición de principio. En cambio, se plantea que la solución del problema del conocimiento debe derivarse y sustentarse en la resolución del problema en sí mismo.

LA SOLUCIÓN MONISTA Y PANTEÍSTA


El fragmento se centra en presentar y analizar la solución monista y panteísta al problema de la relación entre el sujeto y el objeto en el conocimiento humano. Se plantea que desde el último principio de la realidad, lo absoluto, se pueden obtener dos enfoques: el monismo, que busca absorber la dualidad aparente entre el sujeto y el objeto en una unidad, y el dualismo, que mantiene la separación entre ambos. La perspectiva monista y panteísta sostiene que el sujeto y el objeto son dos aspectos de una misma realidad y que esta unidad es la esencia última de todas las cosas.

Se señala que la solución monista se encuentra más explícitamente desarrollada en Spinoza y en Schelling. En el sistema de Spinoza, la sustancia tiene dos atributos principales: el pensamiento y la extensión. Estos atributos representan el mundo ideal y el mundo material, pero ambos son aspectos de la misma sustancia. La frase "El orden y enlace de las ideas es el mismo que el orden y enlace de las cosas" refleja la idea de que la unidad subyacente de la sustancia implica que la relación entre el pensamiento y el ser es necesariamente coherente.

En la filosofía de la identidad de Schelling, lo absoluto se define como la unidad de la Naturaleza y el Espíritu, del objeto y el sujeto. A diferencia de Spinoza, Schelling considera que no solo hay una interdependencia entre los atributos, sino que en realidad son una sola entidad en el fondo. En este enfoque, el sujeto y el objeto son completamente idénticos, lo que elimina el problema de la relación entre ambos. Sin embargo, se plantea que las especulaciones sobre lo absoluto, aunque profundas, pueden carecer de un carácter científico sólido.

En resumen, el fragmento presenta la solución monista y panteísta como una respuesta al problema de la relación entre el sujeto y el objeto en el conocimiento humano. Se destaca su objetivo de unir la dualidad aparente en una unidad última, aunque se menciona la posibilidad de que esta solución pueda carecer de una base científica sólida en ciertos casos. 

CRÍTICA Y POSICIÓN DE JOHANNES HESSEN

El texto aborda una crítica y una posición personal en relación al realismo y al idealismo. Se argumenta que ni el idealismo ni el realismo logran demostrar su superioridad de manera lógicamente convincente y que la disputa entre ambos parece insoluble mediante un enfoque puramente racional. El idealismo volitivo, que enfatiza el aspecto volitivo y de acción del ser humano, sostiene que la realidad se experimenta inmediatamente a través de la voluntad al enfrentar resistencias en la acción, lo que supera efectivamente el idealismo.

Por otro lado, se resalta que tanto el idealismo como el realismo fracasan en la explicación de la existencia del propio "yo". Mientras que el idealismo volitivo y el principio "volo, ergo sum" subrayan la existencia inmediata del "yo" a través de la voluntad, el realismo también recurre a la certeza de la existencia del "yo" a través del pensamiento. Esta certeza del propio "yo" supone un obstáculo para el idealismo.



Luego, se examina la cuestión de si es posible conocer la esencia de las cosas o solo sus apariencias. Se contrastan las concepciones aristotélica y kantiana. La aristotélica considera que los objetos del conocimiento están dotados de una esencia preexistente y que el conocimiento refleja el orden objetivo del mundo. En cambio, la concepción kantiana afirma que los objetos del conocimiento son construidos por la conciencia a través de formas a priori. El autor critica la teoría aristotélica argumentando que puede ser menos probable debido a su suposición no demostrada de una estructura racional en la realidad. Sin embargo, también plantea una objeción a la teoría kantiana, ya que si las sensaciones fueran un puro caos, no sería posible aplicar categorías como sustancia o causalidad para ordenarlas.

Finalmente, se concluye que el problema de la relación entre el sujeto y el objeto en el conocimiento humano es complejo y que su solución escapa a una resolución definitiva debido a la naturaleza dualista de nuestra existencia como seres de voluntad y acción. El texto sugiere que, dada esta limitación, la cuestión puede no tener una respuesta absolutamente segura y que puede ser necesario resignarse a considerarla como un enigma en los límites de la comprensión humana.

FENOMENALÍSMO

El fenomenalismo es una teoría del conocimiento que sostiene que no conocemos las cosas como son en sí, sino solo como nos aparecen. Aunque coincide con el realismo en admitir la existencia de cosas reales, se alinea con el idealismo al limitar el conocimiento a la conciencia y al mundo de la apariencia, lo que resulta en la incognoscibilidad de las cosas en sí.

Esta teoría es presentada en contraste con el realismo crítico. Mientras que el realismo crítico afirma que las cualidades secundarias, como colores y olores, solo existen en nuestra conciencia y no en las cosas mismas, el fenomenalismo va más allá al negar que las cualidades primarias, como forma, extensión y movimiento, sean inherentes a las cosas. El espacio y el tiempo son considerados por Kant como formas subjetivas de nuestra intuición y sensibilidad que organizan las sensaciones. Además, el fenomenalismo sostiene que incluso los conceptos conceptuales como sustancia, causalidad y categorías fundamentales son formas lógicas subjetivas del entendimiento que actúan independientemente de nuestra voluntad. En resumen, según el fenomenalismo, vivimos en un mundo fenoménico que es creado por la organización a priori de nuestra conciencia y nunca podemos conocer el mundo "en sí" independientemente de nuestras formas de percepción y conceptualización.

El autor destaca tres proposiciones esenciales del fenomenalismo: 1. La cosa en sí es incognoscible. 2. Nuestro conocimiento se limita al mundo fenoménico. 3. Este mundo fenoménico surge en nuestra conciencia debido a la aplicación de formas a priori de intuición y entendimiento. En resumen, el fenomenalismo propone una visión intermedia entre el realismo y el idealismo al afirmar que solo conocemos las apariencias de las cosas, no su esencia misma.



IDEALISMO

El concepto de idealismo en sus dos formas principales: el idealismo subjetivo o psicológico y el idealismo objetivo o lógico. En sentido metafísico, el idealismo se refiere a la creencia de que la realidad se basa en fuerzas espirituales o potencias ideales. Sin embargo, el foco aquí es el idealismo epistemológico, que sostiene que no hay objetos reales independientes de la conciencia. Dentro de esta categoría, se diferencian dos formas: el idealismo subjetivo y el idealismo objetivo.

El idealismo subjetivo argumenta que toda realidad reside en la conciencia del sujeto. Según esta perspectiva, las cosas no son más que contenidos de la conciencia y solo existen en la medida en que son percibidas por nosotros. Esta posición también se conoce como "consciencialismo". El ejemplo clásico es Berkeley, quien afirmaba que "esse = percipi", el ser de las cosas consiste en ser percibidas. Variantes modernas de este idealismo incluyen el empiriocriticismo y la filosofía de la inmanencia, que llega al solipsismo al considerar la conciencia del sujeto como lo único existente.

Por otro lado, el idealismo objetivo o lógico parte de la conciencia objetiva de la ciencia y ve su contenido como un sistema de juicios lógicos. No considera los objetos como contenidos de conciencia ni como entidades reales, sino como productos del pensamiento. A diferencia del idealismo subjetivo, no reduce el ser de las cosas a ser percibidas, sino que distingue lo dado en la percepción de la percepción misma. El idealismo objetivo es llamado "panlogismo" y es defendido por el neokantismo, que reduce la realidad a elementos lógicos y argumenta que el pensamiento es lo que crea la realidad.

El argumento clave del idealismo es el de la inmanencia, que sostiene que la idea de objetos independientes de la conciencia es contradictoria. Sin embargo, el texto critica este argumento al señalar que el hecho de que hagamos del objeto pensado un contenido de conciencia no implica que el objeto sea idéntico al contenido de conciencia. Se argumenta que la independencia respecto de la conciencia es una propiedad del objeto, mientras que la inmanencia a la conciencia se refiere al contenido del pensamiento. Por lo tanto, el intento del idealismo de demostrar la imposibilidad de la posición contraria se considera fallido. 

REALISMO

El fragmento explora el realismo como una perspectiva epistemológica que postula la existencia de objetos reales independientes de la conciencia. Se abordan tres formas de realismo: el ingenuo, el natural y el crítico. El realismo ingenuo no contempla la reflexión crítica sobre el conocimiento y equipara los contenidos de la percepción con los objetos percibidos, atribuyendo propiedades objetivas a estos objetos tal como se perciben. El realismo natural también distingue los contenidos de la percepción y los objetos, pero mantiene que los objetos responden exactamente a dichos contenidos, considerando las propiedades percibidas como propiedades objetivas de las cosas. Por otro lado, el realismo crítico reconoce la diferencia entre las cualidades percibidas y los elementos subjetivos en la percepción, argumentando que solo las cualidades cuantitativas son objetivas y que las cualidades cualitativas son subjetivas y emergen como reacciones de la conciencia a estímulos externos.

El realismo crítico se apoya en razones de la física, fisiología y psicología modernas para respaldar su postura, afirmando que hay objetos independientes de la conciencia. Se basa en la interindividualidad de las percepciones, la independencia de las percepciones respecto de la voluntad y la persistencia de los objetos a pesar de la falta de percepción. Sin embargo, se destaca que aunque estas razones hacen que la concepción del realismo ingenuo y natural parezca inverosímil, no la descartan por completo.


El fragmento también introduce el concepto de "realismo volitivo", que sostiene que la certeza de la existencia de objetos reales proviene de las experiencias de la voluntad y las resistencias que encuentran ante ellas. Este realismo se considera un producto de la filosofía moderna y se relaciona con filósofos como Maine de Biran, Wilhelm Dilthey y Max Scheler.

En última instancia, se plantea que las diversas formas de realismo comparten la tesis fundamental de la existencia de objetos independientes de la conciencia. La evaluación de la validez de esta tesis se pospone hasta que se examine su antítesis, el idealismo. El fragmento proporciona una visión general de las diferentes formas de realismo y cómo han sido discutidas a lo largo de la historia filosófica.

SUJETIVISMO

 La sección explora el subjetivismo como una perspectiva opuesta al objetivismo en la filosofía del conocimiento. Mientras que el objetivismo enfatiza que el conocimiento se fundamenta en el objeto, el subjetivismo busca establecer el conocimiento humano en el sujeto. No obstante, este sujeto no se refiere a un individuo concreto, sino a un sujeto trascendente, superior.

Un ejemplo de transición del objetivismo al subjetivismo se observa en San Agustín y la influencia de Plotino. San Agustín situó las Ideas platónicas en el Espíritu divino, considerando las esencias ideales como contenidos lógicos de la razón divina y pensamientos de Dios. En consecuencia, la verdad ya no se basa en un reino de realidades suprasensibles, sino en una conciencia, en un sujeto. El conocimiento no se enfrenta a un mundo objetivo, sino que se dirige hacia este sujeto supremo, desde el cual la conciencia cognoscente obtiene sus contenidos. Con estos contenidos, la razón construye su edificio de conocimiento, fundado en lo absoluto, es decir, en Dios.



En la filosofía moderna, la idea central del subjetivismo se encuentra en el neokantismo, particularmente en la escuela de Marburgo. En esta interpretación, el sujeto en el que se basa el conocimiento no es un sujeto metafísico, sino una "conciencia en general", que abarca las leyes y conceptos supremos del conocimiento. Estos medios permiten a la conciencia cognoscente definir los objetos, concebidos como producciones del pensamiento. En contraste con la posición de San Agustín, en la teoría de la escuela de Marburgo, el concepto y la realidad se fusionan, y todos los objetos son productos del pensamiento, sin existencia independiente.

Se resalta que el subjetivismo puede coincidir tanto con el realismo como con el idealismo, dependiendo de su contexto. Por lo tanto, esta perspectiva no necesariamente conlleva una decisión metafísica, sino que representa una solución premetafísica. En definitiva, el fragmento expone cómo el subjetivismo se contrapone al objetivismo, centrándose en la importancia del sujeto como fundamento del conocimiento, y cómo esta visión ha evolucionado a lo largo de la historia filosófica.

OBJETIVISMO

El fragmento analiza y critica la perspectiva del objetivismo en relación al conocimiento. En el objetivismo, se establece que el objeto es el factor determinante en la relación cognitiva entre sujeto y objeto, y que el sujeto debe regirse por las características del objeto, reproduciendo sus propiedades. Esta visión sugiere que los objetos son entidades definitivas y estructuradas por sí mismas, y que la conciencia cognoscente reconstruye estas estructuras.

La comparación con la teoría platónica de las Ideas es destacada, ya que Platón es considerado uno de los primeros defensores del objetivismo en esta interpretación. En la teoría de las Ideas de Platón, estas son realidades objetivas y suprasensibles que forman un reino independiente del mundo sensible. El texto señala que la fenomenología de Edmund Husserl también comparte esta distinción entre intuición sensible e intuición no sensible, donde esta última se centra en las esencias generales de las cosas. Sin embargo, Husserl aborda el acceso a este reino de las esencias a través de la "intuición de las esencias" en lugar de la "intuición de las ideas" de Platón.

La crítica se enfoca en que la coincidencia entre las teorías platónica y husserliana es limitada al pensamiento fundamental, ya que Platón atribuye una realidad metafísica a las ideas, mientras que Husserl se detiene en la esfera de las esencias ideales sin llegar a afirmar su existencia independiente. Además, se resalta que Husserl adopta una posición de idealismo epistemológico, negando la realidad independiente de los objetos concretos que sustentan las esencias, lo que contrasta con el realismo epistemológico de Scheler.

En última instancia, el fragmento concluye que el objetivismo es una solución premetafísica, lo que significa que no aborda directamente cuestiones ontológicas profundas sobre la naturaleza última de los objetos y su relación con la conciencia. En esta crítica, se destaca cómo las diferentes interpretaciones de objetivismo y las distintas posiciones de filósofos como Platón, Husserl y Scheler revelan la complejidad y diversidad de perspectivas dentro de esta discusión filosófica.

Esencia del conocimiento según "JOHANNES HESSEN"




Si se introduce el aspecto ontológico del objeto, se plantean dos posibles enfoques. Uno es el idealismo, que sostiene que todos los objetos tienen un ser ideal o mental, es decir, que existen en función del pensamiento. El otro enfoque es el realismo, que afirma que además de los objetos ideales, existen objetos reales e independientes del pensamiento.

Dentro de estas concepciones fundamentales, hay diversas posiciones posibles. Por último, se menciona que es posible resolver el problema de la relación entre el sujeto y el objeto al referirse al último principio de todas las cosas, a lo absoluto, y definir desde esa perspectiva la relación entre el pensamiento y el ser. Esto conduce a una solución teológica del problema, que puede tener un enfoque monista o panteísta, donde todo es parte de una única realidad, o un enfoque dualista y teísta, donde existen dos realidades separadas.

En resumen, el texto aborda la naturaleza de la relación entre el sujeto y el objeto en el conocimiento, considerando enfoques que van desde soluciones premetafísicas hasta perspectivas ontológicas y teológicas para abordar este dilema fundamental.

ESENCIA DEL CONOCIMIENTO  El texto discute la naturaleza del conocimiento como una relación entre un sujeto y un objeto. El principal proble...